La patata es un cultivo que demanda un riego exigente: por un lado necesita constante disponibilidad de agua en el suelo y por el otro que ésta esté bien drenada para que no se generen encharcamientos y el agua no se estanque durante mucho tiempo. La falta de agua en la patata es muy perjudicial puesto que la sequía y el clima árido favorecen la propagación de plagas y enfermedades como la sarna y los estomas de las hojas que generan su cierre precoz y dificultan la fotosíntesis y en consecuencia disminuyen el rendimiento.